Somos Directores de Nosotros Mismos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El estilo  de sus gestos, de su ropa, de su maquillaje no puede ir más allá de las posibilidades de un texto, una escenografía y una dirección. El problema esta, pues, mal planteado. Si el actor no tiene libertad, si esta absolutamente bajo el yugo de las imposiciones del  texto y de su cuerpo para una trivial imitación o reproducción afectiva, su arte, aparenta ser limitado. Pero no es así, el actor aporta riquezas personales y verdaderas revelaciones tomadas de su vida interior y que su imaginación, de rara cualidad, tiene un carácter original. Es por eso que ese interior, que tiene el actor  lo convertirlo en un ser  libre en medio de sus cadenas, sus sujeciones no lo condenan. El actor es el escultor que se esculpe a si  mismo, es a la vez el modelador y la arcilla, el ejecutante y el instrumento, luego viene el texto y después el director.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

Escribir comentario

Comentarios: 0