Un nuevo homenaje para la polifacética Alma Monsanto, por su larga y fructífera carrera como actriz, directora y formadora de niños, jóvenes y adultos.
Su formación se inició desde que era una criatura, en el seno de su hogar. Las primeras obras en las que obtuvo roles datan de los años escolares - entre 1942 y 1956
-, durante su infancia y adolescencia. En ese lapso estudiaría ballet y danza folklórica mexicana (ya que la familia residía en aquel país), ballet y baile español en la Academia Nijinsky
(Guatemala), Piano (Argentina, México y Guatemala) y radioteatro, con Marta Bolaños de Prado en la TGW. Todo como parte de una primera formación que complementaría más adelante en otras
instituciones como el Conservatorio de Música de Guatemala. Es por ello que su trascendencia puede rastrearse incluso en los orígenes de la televisión nacional. Alma Monsanto es pionera de este
género de expresión entre 1957 y 1963, ya que fue una de las primeras productoras, guionistas, directoras, adaptadoras y animadoras de programas infantiles, en vivo, de los canales 3 y 8, entre
1958 y 1963. Es ya en aquellos momentos que Alma Monsanto comienza a desarrollar representaciones para niños, actuadas por niños.
Su larga carrera docente la ha llevado a la adaptación de más de cien libretos y un número significativo de traducciones de obras al español. En este ramo y mientras
trabajó para diferentes instituciones educativas, montó un número igual de trabajos de los que apenas quedan registros... Inquieta, en su necesidad de expandir su libertad expresiva, fundó en
1982 la academia Artestudio Kodaly. Por esta época prácticamente dejó atrás sus clases en colegios y escuelas del sistema para centrarse en sistematizar programas para fortalecer distintas
disciplinas escénicas como baile, canto y actuación, entre otras.
En el trayecto de aquella primera jornada, tradujo y adaptó la obra Hello Dolly, en la que fue la estrella por accidente cuando era una beldad de cuarenta y dos
años. Ese evento le cambió el rumbo a su vida artística, ya que la colocó en el otro lado del espectáculo. Es así como se inició en el campo del teatro musical profesional. No hay que olvidarse
que ya había realizado ese trabajo con sus niños en montajes de carácter escolar. Después basta anotar que, a demás de auto dirigirse, ha trabajado bajo el criterio de profesionales como Consuelo
Miranda, Adán Sandoval y Willy Ramírez Valenzuela, entre otros.
El oficio, aunado a los conocimientos acumulados y su talento personal, la llevaron a volverse especialista en la rama. Es importante comprender también que gran
parte de su aporte es haber producido, honrosamente, ambiciosas obras sin recursos económicos apreciables. Solo para citar algunos montajes, hay que listar Cats, La novicia rebelde, Brillantina o
Amor sin barreras, puestas en escena mucho antes que otras compañías norteamericanas, apoyadas con grandes capitales, las trajeran al país. Esa es otra de sus magias agregadas: hacer eficientes
los recursos para brindar trabajos de calidad, magnificando el material humano que comparte con ella.
Sirvan estas palabras para rendir tributo a nuestra Almita, la guerrera incansable, que no se rinde ante los avatares económicos que azotan a la comunidad teatral de
Guatemala. En eso también es maestra de sus discípulos. El show most go on, pase lo que pase.