No quiero salvarme sin ustedes

San Agustín, uno de los más grandes Santos de la historia, considerado como uno de los doctores de la iglesia, junto con San Ambrosio.

La obra trata de presentar y representar la vida de este noble santo, los sufrimientos de su madre; Santa Mónica, que intentaba con oración lograr el más grande de los milagros; que su hijo pudiera enderezar su vida y volverse sensible a la voz de Dios.

San Agustín, era un hombre inteligente, estudioso y culto, sin embargo, esa inteligencia parecía desaprovecharla en las cosas del mundo, pues su vida se había vuelto un circulo vicioso, llevaba al extremo el sentido de libre albedrio, pues no había modo, ni manera de hacerlo entender y comprender sus errores y guiarlo a la senda de la verdad y de la justicia.

Santa Mónica era el típico estilo de una madre amorosa, pues sabiendo que su hijo estaba desperdiciando su vida, se dio a la tarea de aconsejarlo, de ayudarlo, de orar por él y demostrarle con su ejemplo que la vida bien vivida valía la pena, ella no iba a descansar hasta que su hijo fuera una persona de bien como lo eran sus otros dos hijos.

Pero no lo intentaba sola, tenía la bendición de contar con el apoyo de San Ambrosio, hombre de Dios y obispo, que trataba de aconsejar a Agustín.

A pesar de los años que pasaron, la madre jamás desfalleció por orar por su hijo y el milagro se dio, pues Agustín logró abrir su corazón y reconocer sus errores y termina regresando al redil.